Durante siglos se ha empleado en Asía para favorecer la salud, debido a su gran dotación de antioxidantes. No le tengas miedo por su color negro, te sorprenderá comprobar que su sabor no es tan fuerte como el ajo fresco y además, puede hacer maravillas por tu salud. Primero debes saber que cambia de tonalidad, pues ha sido fermentado durante un período de tiempo a una temperatura elevada, en combinación con humedad alta.
¿Estás listo para conocer sus efectos positivos?
-
Controla los niveles de azúcar en la sangre, es decir, los reduce, por lo que puede ser un aliado para personas afectadas por la diabetes. Sin embargo, sólo debe ser empleado como un complemento y en ningún caso, para suprimir el tratamiento indicado por el médico.
-
Posee una mayor concentración de fenoles comparado con el ajo normal, gracias a la fermentación a la que se le somete, lo que le aporta elevados poderes antioxidantes. Su función es defenderte de posibles daños ocasionados por radicales libres, que incluso pueden provocar algunos tipos de cáncer.
-
Uno de los activos que posee genera un efecto adelgazante, por ello, es empleado como aliado para combatir la obesidad en conjunto con un programa de ejercicios. Lo mejor es que también disminuye el colesterol, de acuerdo con un estudio efectuado en animales y publicado en Nutrition Research and Practice.
-
Efectivo para proteger la salud del cerebro, por su habilidad para reducir los efectos nocivos del estrés oxidativo, lo que permite una mejor actuación de las células cerebrales. Así, mejora la memoria y evita su deterioro, según informes de un artículo publicado por Taylor & Francis Online.
-
Optimiza la función del sistema inmune, al reducir la inflamación crónica y fortalecer las acciones defensivas del sistema inmune, lo que se traduce en una disminución de infecciones provocadas por bacterias y virus.